"LA SERPIENTE DE CASCABEL".


"CUENTO INFANTIL".

    Elsa, así la llamaban sus padres, era una hermosa y coqueta serpiente de cascabel. Tenía su piel cubierta de dibujos y colores, y un sonoro cascabel en la punta de su cola. Se había hecho mayor, y sus padres le dijeron que tenía que vivir sola en el bosque. Ellos eran ya muy mayores y Elsa podía cuidarse por sí sola. Antes de despedirse le advirtieron de que debería proteger su cascabel, pues con éste, al hacerlo sonar, podría asustar a sus enemigos y de esta forma viviría tranquila y segura.

    Sin embargo Elsa era muy presumida y pensaba que aquel ruidoso cascabel le hacía parecer más fea y desagradable. Encontró una pequeña cueva y allí estableció su hogar. Por las mañanas bajaba muy contenta hasta un riachuelo cercano, deslizándose por la hierba y luciendo orgullosa sus llamativos colores. Allí se bañaba y se ponía todavía más bonita. Se quedaba luego un largo rato tomando el sol, y contemplando su piel tan brillante y colorida. Pensaba que era el animal más hermoso del bosque. Los pajarillos desde las ramas la miraban y también las ardillas, que se acercaban a escondidas para ver lo contenta que se sentía aquella serpiente de cascabel. Pero Elsa no estaba satisfecha del todo porque aquel cascabel le molestaba. Cuando lo agitaba, asustaba a los pequeños animales, que salían corriendo rápidamente a esconderse en el primer lugar seguro que encontraban. Elsa se decía, entre lamentos:

    - ¡Qué pena, con lo bonita que soy, y por culpa de este latoso cascabel no hago más que asustar a todos los animales! Se escapan corriendo de mi lado y así no pueden disfrutar de la hermosura de mi piel, ni del brillo de mis colores que tanto les fascinan. Tengo que hacer algo porque sin duda soy la más bella criatura del bosque y me encanta que todos me miren y se queden asombrados de mi hermosa figura.

    Y así, pensando y pensando, decidió que lo mejor era deshacerse de aquel molesto cascabel que de nada le servía y que no conseguía más que causar temor al resto de los animales.

    Una mañana muy temprano salió de su cueva y silenciosamente se acercó hasta una enorme roca. Una vez allí, comenzó a dar fuertes coletazos contra ella para intentar romper el dichoso cascabel que tanto le disgustaba. El ruido de los golpes despertó al viejo búho que dormitaba tranquilo en lo alto del pino. Sorprendido por lo que estaba haciendo Elsa, le dijo :

    - ¡Pero qué es lo que pretendes, vas a destrozar tu cascabel!

    Elsa le miró sorprendida y le contestó :

    - Eso es precisamente lo que quiero. Librarme de una vez de este fastidioso cascabel y así que puedan contemplar sin miedo lo hermosa que soy.

    El búho que era muy sabio le volvió a decir:

    - Si rompes tu cascabel, no podrás asustar a tus enemigos y alguno de ellos te comerá.

    - Eso son tonterías, - le respondió la serpiente -. ¿Quién podría hacer daño al animal más bonito del bosque? Mi belleza les dejará asombrados y se rendirán al contemplar mi hermosura.

    Y sin hacer caso de los consejos del sabio búho, y de lo que le habían advertido sus padres, Elsa continuó golpeando su cascabel contra la roca hasta que logró romperlo y se deshizo de él.

    ¡Qué feliz estaba! Por fin había conseguido librarse del pesado cascabel. Ahora sería todavía más atractiva y fascinante. Sus colores brillarían más que las estrellas. Pero lo que le hacía estar más contenta era pensar que todos podrían admirarla sin asustarse, porque en el fondo Elsa no sólo era la más bella serpiente sino también la más coqueta.

    A la mañana siguiente, como de costumbre, bajó hasta el riachuelo, y después de bañarse se puso, más orgullosa que nunca, a tomar el sol sobre las piedras. Su piel lucía más que otras veces y ella sonreía orgullosa a los pequeños animales que se acercaban a verla. Estaba feliz porque ya no le tenían miedo, y se quedaban largo rato mirándola asombrados por su hermosura.

    De pronto se escuchó un enorme rugido y todos los animalitos salieron corriendo muy asustados, buscando un escondite donde poder protegerse. Elsa se sorprendió de que se marcharan tan rápido porque ahora ya no tenía el cascabel que tanto miedo les daba. La infeliz serpiente no se había dado cuenta de que frente a ella se encontraba una feroz pantera, que rugía y abría sus fauces con intención de atacarla. Elsa se movió a gran velocidad y pensó en asustarla agitando su cascabel, pero el cascabel ya no estaba en su cola y de nada le podía servir. La pantera avanzó hacia ella y de un gran mordisco se comió a la coqueta e infeliz serpiente.

    El viejo búho que lo había visto todo desde su rama pensó:

    - ¡Pobre Elsa! Si hubiera hecho caso de los consejos que le dieron sus padres, ahora estaría viva y a salvo. Pensó solamente en lo bonita que era y no se dio cuenta de aquel ruidoso cascabel aunque fuera feo y molesto, le hubiera protegido su vida entera. Su sonido habría espantado a la pantera y podría haber escapado hasta su cueva. No sólo las cosas bonitas, - se dijo para sí el búho -, alegran nuestra vida, también las que pensamos que son feas nos permiten muchas veces poder disfrutar de ella.

***

( Lucién Bosán ).


******

Comentarios

Entradas populares