"EL PASEANTE".


"BREVIRRELATO".

    Te los encuentras una y otra vez. En lugares distintos, en los mismos lugares. Los miras y no los saludas. Ellos no te miran o te ven pero no te reconocen o tal vez sienten esa pereza absurda que te lleva a no saludar a quien conoces. Ese extraño comportamiento de hacer que no ves a quien has visto, de hacerte el distraído cuando estás atento. Quieres pasar desapercibido y acabas siendo el protagonista. Sigues tu camino y te mantienes atento contemplando el paisaje urbano y las figuras que lo pueblan. Disfrutas mirando edificios, elegantes fachadas, divertidos escaparates. Te ves reflejado en las lunas y en algunos espejos y retienes por un fugaz momento tu imagen. Estás solo pero rodeado de vida. La ciudad acompaña. Te envuelve en sus brazos y te lleva de la mano. La ciudad te cuida y no deja que te pierdas. Te ayuda a reconocerte y a sentirte feliz en mágicos instantes.

    Continúas el camino descubriendo calles que no conocías, rincones en los que no te habías fijado y dejándote llevar por la sorpresa que supone doblar una esquina y encontrar lo inesperado. Vuelves a ver una vieja cara conocida y tornas a ejercer de distraído. Dudas y acabas no saludando y en ocasiones te giras y contemplas su figura cómo se pierde en la lejanía. ¡Qué fácil es sentirse solo! Piensas que volverás a coincidir con él y te distraes imaginando lo que le contarás al verlo.

    El paseo por la ciudad está repleto de promesas incumplidas porque el paseante solitario responde a instintos misteriosos y obedece códigos indescifrables. Me declaro urbanita, caminante en soledad y me siento unido a aquellos a quienes en tantas ocasiones, y sin saber el porqué, no soy capaz de conceder un saludo.

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( Lucién Bosán ).


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