"MALA POLÍTICA O EL ARTE DE NO PACTAR".


"BREVIRRELATO".

    Pactar es ceder y en la medida en que todas las partes ceden, pactar es ganar porque el final del pacto o del acuerdo es que ganen todas las partes. La vida diaria es un ejercicio constante de negociación. Ofreces y recibes. Es un juego de contraprestaciones que abarca el ámbito personal, familiar y el público. Pactamos y acordamos desde pequeños. En el núcleo familiar, los pactos y acuerdos, son frecuentes y constantes entre hermanos, entre padres e hijos e incluso entre nietos y abuelos. Cuantos acuerdos hemos cerrado con nuestras madres en los que se trataba de ceder a regañadientes para conseguir a cambio aquello que anhelábamos. Es un juego extraño en el que no recibes todo lo que pretendes pero en el que tampoco te quedas descontento de lo que al final consigues.

    Pactos y acuerdos entre amigos, en el trabajo. Compañeros con los que llegas a un punto en común de beneficio mutuo. Decides lo que quieres hacer y en parte lo haces en función de lo que otros quieren. Te sientes satisfecho y ello se debe en gran medida a que los demás también lo estén. Acabas siendo consciente de que conseguir es corresponder y de que tus logros se sustentan en los logros de los demás. Aprendes que en los conflictos hay intereses distintos y que no rigen las leyes de la guerra. No hay vencedores o vencidos. No se gana para que otros pierdan, se gana para que otros ganen. Al final los problemas se resuelven y las cosas funcionan porque somos capaces de renunciar a una parte de nuestras pretensiones.

    Observas la realidad política y surgen preguntas inevitables. ¿Tan difícil es llegar a un acuerdo con el que pide algo que está al alcance de tu mano? ¿Tan complicado es pactar con los que piden medidas que en el fondo compartes? ¿Para qué sirve la política si la misma no se basa en el diálogo, en la comprensión y en la tolerancia? Los políticos se distancian del juego vital y no son capaces de repetir los principios que marcan nuestra convivencia. Se imponen normas distintas. Gano yo para que tú pierdas y no soy capaz de ceder un ápice aunque con ello perdamos todos. La mala política se convierte en el arte de conseguir lo que quiero a base de que no lo consigan los demás. Es un juego cruel y despiadado y en este sí que hay ganadores y perdedores. Los acuerdos no se alcanzan pensando en el interés general, se alcanzan porque no hay más remedio. Es una realidad triste que provoca el distanciamiento y que nos aleja del sistema. Se debilita la democracia a base de no respetar los intereses de todos. Los políticos se alejan de nosotros y nosotros nos alejamos de los políticos. Las lecciones de vida siguen presentes así que la posibilidad de que las cosas cambien se mantiene firme. Merece la pena lanzar una última mirada cargada de optimismo. Me gusta pensar que yo confío pensando en que los demás también puedan confiar. Un último pensamiento para un voto de confianza colectivo.

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( Lucién Bosán ).


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