"FOTOS".


"BREVIRRELATO".

    Soy un veterano, curtido por la vida y por sus gentes. Tengo el recuerdo de mi infancia, de un montón de fotografías que se guardaban en una caja de zapatos. Se atesoraban con cariño y con una especial ilusión. Eran fotografías en papel rígido, de calidad y recogían momentos del pasado que quedaban inmortalizados en la memoria; documentos de vida. Cuando las contemplabas viajabas a esa hermosa parte de tu vida ya vivida. Nostalgia en estado puro, por eso no he sido nunca muy aficionado a las fotografías y procuro escurrir el bulto y no salir o salir detrás de alguien. 

    Con el paso del tiempo las cámaras se fueron perfeccionando, surgieron las instantáneas, las desechables y luego las digitales. Los teléfonos móviles incluían la posibilidad también de disponer de una cámara. La cosa empezaba a desmandarse y comenzabas a ver a demasiada gente haciendo fotos, enseñando fotos y almacenando fotos. Porque salvo algunas excepciones ya no eran en su mayoría fotografías sino tan sólo eso, fotos. Faltaban por llegar los teléfonos inteligentes y las redes sociales y entonces el asunto se fue de las manos. Es una auténtica obsesión lo de hacer fotos y en algunos casos raya en la compulsión. Vas paseando por la ciudad y tienes que esquivar a la gente que está parada disparando indiscriminadamente su cámara o su teléfono. Fotos kleenex, desechables en su mayoría, fotos de usar y tirar. ¿Que harán con semejante cantidad de material? Me pregunto. ¿Las verán alguna vez o las borrarán directamente para dejar sitio en la memoria y poder seguir apretando el gatillo? No lo sé, para mí es un misterio pero el busilis del asunto llega con el fenómeno de los "selfies". Esa manía ciega, narcisista y autosatisfactoria de hacerse fotos a sí mismo. Es algo entre patético y enervante y alcanza unos límites que superan cualquier interpretación. ¿Qué necesidad habrá de fotografiarse en todo momento y en toda situación y encima compartirlo con la tropa? No termino de entenderlo por más que lo intente. 

    No sé hasta dónde nos llevará este vano autoexhibicionismo y desconozco cual será el siguiente paso. ¿Tal vez fotografiar los rincones más insospechados de nuestros cuerpos, por dentro y por fuera? Ya no le dedico ni una línea al tema de las etiquetas de las fotos, con esas frases manidas, repetitivas y llenas de tics ñoños y zangolotinos. No quiero pecar de intolerante porque a veces uno es tan intolerante que no es capaz de darse cuenta de que son los demás los que le toleran que lo sea. Me quedo con la vieja caja de zapatos para guardar y disfrutar de las imágenes queridas. Un pequeño tesoro que me unirá más a mi infancia cuando empiecen a quedar tan sólo los recuerdos.

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( Lucién Bosán ).


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